martes, 1 de septiembre de 2009

por Ricardo Migliavacca 17 Ago 2006

Juan Pablo Sisterna (“Juampi”)
Llamado a hablar de Juan Pablo Sisterna, lo primero que me viene a la mente es una final disputada hace ya unos 5 años donde perdió ante un rival que no viene al caso mencionar, porque no me gustaría que se sienta herido o que vaya a malentender este comentario mío que apunta a lo anecdótico y nada tiene que ver con la valoración de su legítimo triunfo.
Simplemente digo que nadie más que “Juampi” mereció ganar ese Torneo, porque fue el mejor a lo largo de todo el Campeonato, con mayor promedio general, mayor particular y mayor bolada.
Así también lo entendieron los aficionados que fueron a ver la partida decisiva con el inocultable anhelo de que Juan Pablo se coronara campeón.
Sin embargo en esa partida final le tocó perder frente a otro gran jugador que llegó a jugarla por mérito propio, y que en base a su oficio y experiencia, pudo quedarse con el triunfo y el título; así es el billar.
Fueron precisamente esos atributos del ganador los que le faltaron a Juan Pablo para alzarse con el triunfo final.
Tiempo después, en un Torneo realizado en Mendoza del cual yo también participé, llegó a disputar la Final con el duro billarista santiagueño Luis Corbalán quien le arrebató el título en un cierre emocionante y apretadísimo, ya que le ganó por una carambola.
En esa como en tantas otras oportunidades “Juampi” era el favorito del público, no porque no reconocieran los méritos de su oponente, sino porque veían en él, en su juego y juventud, la posibilidad de “tener” una nueva figura dentro de la especialidad de 3 bandas, tan huérfana de títulos de años a esta parte.
Más tarde sobrevino una etapa de cambios, siempre bajo la atenta mirada de su Tío y Maestro, Eduardo Sisterna; así fue puliendo defectos y tratando de mejorar su concentración.
Eso fue lo que puntualmente le remarqué en un mail que le envié y donde trataba de explicarle que no todo era cuestión de tiempo, que para levantar copas había que agregar otros condimentos a los habidos; no podía ser que los éxitos finales fueran a contramano de tan buenos desempeños.
Le dije entre otras cosas que jugando como lo venía haciendo, seguramente los títulos iban a llegar pero que para ello era necesario mejorar algunos de los aspectos arriba señalados, que no tenía dudas que todo dependía de él.
El tiempo me dió la razón y cuando ganó su primer campeonato le manifesté que seguramente ese primer título era el primer eslabón de una larga cadena.
Ahora que lleva en sus alforjas varios e importantes campeonatos ganados, es momento de replantearse nuevamente, aspectos importantes vinculados a su carrera como billarista.
Entiendo que si bien se lo ve más consolidado en su juego y concentración, es necesario trazarse metas más ambiciosas porque está claro que “Juampi” es 1 (uno) de promedio o 1.000 (mil) como dicen los de más arriba de nuestro continente y precisamente estos están en 1.200 y 1.300 de promedio general.
El promedio actual de Sisterna seguramente lo va a llevar a ganar muchos títulos en nuestro país, pero más allá de nuestras fronteras, las posibilidades se reducen notablemente y no descubro nada diciendo lo que digo.
Ni hablar del Viejo Continente; allá están la mayoría arriba de 1.400 y 1.500 e incluso hay una élite (Daniel Sanchez, Fréderic Caudron, Dick Jasper, Semih Sayginer, Torbjôrn Blomdahl, etc.) que están entre 1.700 y 2.000 o más, sin contar al “viejito” Raymond Ceulemans que anda en 1.500/1600.
La diferencia es verdaderamente abismal.
¿Qué hacer entonces para contrarrestar tanta superioridad?
Dedicación, estudio y entrenamiento; no queda otra alternativa.
Se habló de su interés y hasta creo que hubo contactos con el Gran Maestro Internacional José María Quetglas para que concurra a su Escuela de Alta Competencia en Murcia (España) para intentar mejorar su rendimiento.
Me comentaron que uno de sus grandes problemas era poder financiarse el viaje; tal vez ahora con el premio obtenido en Los 36 Billares, pueda realizarlo sin mayores dificultades.
Otros ya lo han hecho y tenemos el caso del chileno Marco Sobarzo que estuvo solamente 3 meses y ha variado notablemente su juego a tal punto que hace unos 2 años aproximadamente, su promedio general rondaba los 0.800 y ahora supera los 1.000 cómodamente.
Otra vez, todo depende de Juan Pablo.
Tendrá que optar entonces entre seguir siendo uno de los mejores billaristas argentinos de esta especialidad o de plantearse otros objetivos más ambiciosos que abran la “picada” a través de la cual pueda lograr el nivel deseado y por la cual puedan transitar otros billaristas argentinos que buscan la gloria perdida en el tiempo, en el campo internacional.
Ese es el gran desafío.

Dr. Ricardo A. Migliavacca
17/08/06

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